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La premisa básica de la práctica del aikido como un Budo (Vía Marcial) es el logro de la unificación de la energía, la mente y el cuerpo. El Budo, como una manifestación de sí mismo, no depende de la técnica, depende del corazón y actitud mental del practicante.
El Aikido fué reconocido oficialmente por el Gobierno de Japón y denominado con éste nombre hacia 1925 por Morihei Ueshiba (1883-1969), experto que alcanzó el nivel de maestría máximo en las artes marciales clásicas japonesas y a quien se le reconoce en el ámbito del Aikido como O&rsquo,Sensei.
La cualidad de la técnica basada en unificación la hacen apropiada para personas de todas las edades, niños, jóvenes, hombres y mujeres pueden ejercitarse, mejorar su autoestima, su seguridad y determinación personal ante las circunstancias del día a día o en situaciones potenciales de agresión.
La práctica del aiki mejorará la expresión, alineación y balance corporal del practicante al seguir reglas naturales en su movimiento y progresivamente la relación entre éste último y la respiración le llevará a comprender y utilizar su energía interior por encima de la fuerza física.
Por lo anterior, durante la práctica se cultivan principios por encima de llaves o un sistema de defensa personal. La relajación, la concentración, el uso de la gravedad y la energía interna y mental hacen posible, por ejemplo, la defensa ante un oponente de mayor tamaño y fuerza.
El entrenamiento no conlleva el sentido de pelea, combate, ni el de enemigo. La práctica en pareja y mixta permite cultivar las habilidades de hacer y recibir la técnica en condiciones de equidad, seguras y responsables al tiempo que con determinación y potencia.
El Aikido apoya el desarrollo personal y espiritual del practicante a través del sentido de autodisciplina y comportamiento ético. El manejo de la respiración y la concentración harán experimentar al practicante la aproximación a una meditación en movimiento.
Por último, el aikido guarda una estrecha relación con la vía del manejo del sable japonés, iaido. Éste permite al practicante comprender más profundamente la atención mental, la determinación, así como el respeto al sable y las circunstancias que dan sentido a la técnica de manos libres que caracteriza al Aikido.