Muchas personas sientan a sus bebés en la mesa en la que está comiendo la familia como una fórmula de acercamiento a nuevos alimentos. Sin embargo, un reciente estudio elaborado por científicos de la Universidad Cornell (EE.UU), y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of United States of America, ha demostrado que los bebés se dedican a estudiar a las personas y sus comportamientos más que a los alimentos presentes en las comidas familiares.
El estudio sugiere que los bebés de un año de edad son capaces de deducir que a las personas que hablan un mismo idioma les gusta un mismo tipo de comida y, en contraposición, quienes pertenecen a diferentes grupos sociales o culturales prefieren comidas diferentes.
Además, los científicos aseguran que cuando los bebés ven a alguien comer no solo están aprendiendo cosas acerca de los alimentos, sino que también son capaces de captar quién come cada alimento y con quién, lo que establece una relación entre la elección de los alimentos con el pensamiento social.
Los investigadores enseñaron a más de 200 niños vídeos en los que aparecían individuos expresando satisfacción o disgusto ante determinados alimentos. Si los bebés veían a dos personas con el mismo idioma o que actuaban como si fueran amigos intuían que a ambos les gustaban los mismos alimentos, mientras que si hablaban idiomas diferentes o actuaban como si no fueran amigos los niños interpretaban que no les gustaba el mismo tipo de comida.
En este sentido, los bebés monolingües son los más proclives a pensar que dos personas que hablan diferentes lenguas tienen que comer alimentos diferentes, a diferencia de los bebés bilingües, más abiertos a que dos personas con diferentes lenguas puedan comer el mismo tipo de alimentos. Esto puede ser debido a la experiencia de los bebés bilingües en su propia casa, donde personas que hablan diferentes idiomas se reúnen en una misma mesa para degustar alimentos comunes.
Asimismo, el estudio también sugiere que cuando los bebés veían a una persona reticente a comer un determinado tipo de comida, esperaban que otras también mostraran rechazo, incluso aunque pertenecieran a un grupo social diferente. Según los investigadores, este hecho sugiere que los niños están especialmente atentos a cualquier información que les indique que existe una advertencia.
Ante estas conclusiones los científicos advierten a los padres que, dado que sus hijos son capaces de captar estos matices a edades tan tempranas, de poco sirve unos adultos que dan una dieta equilibrada a sus hijos si después estos observan a sus padres consumiendo «comida basura».
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Early emerging system for reasoning about the social nature of food
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