El ciberbullying se está convirtiendo en un problema importante en la sociedad porque se ha constatado que el 92% de las víctimas que sufre este tipo de acoso padece algún tipo de secuela psicológica como la ansiedad, que es la más común, aunque también se puede sentir tristeza, soledad y baja autoestima. Incluso, en un 10% de los casos la persona acosada se ha autolesionado, ha tenido pensamientos suicidas o ha intentado acabar con su vida.
La edad media de inicio en este tipo de agresiones es de 13,6 años
Y es que uno de cada cuatro casos de acoso que se produce en España se realiza a través de los medios tecnológicos, aunque esta proporción todavía es mayor a partir de los 13 años, elevándose el porcentaje hasta el 36,5% de los casos, según se desprende del “I Estudio sobre ciberbullying según los afectados”, realizado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR dentro de la campaña “No bullying. Acabar con el bullying comienza en ti”.
De hecho, la edad media de inicio en este tipo de agresiones es de 13,6 años, que es dos años superior a la del acoso escolar general, que se sitúa en España en 11,6 años de media.
Dentro de los medios tecnológicos, el móvil el más utilizado en el ciberbullying, siendo el empleado en más del 90% de los casos. Además, aplicaciones como Whatsapp son también otro de los canales favoritos de los acosadores al realizarse el acoso a través de esta plataforma en el 81% de los casos. A continuación, se sitúan las redes sociales con el 36,2% de las ocasiones. Tan solo el 20% emplea los ordenadores o tabletas para acosar.
En general, las agresiones se producen a través del insulto, siendo lo más habitual –supone el 81% de los casos de acoso-, así como las amenazas y la difusión de rumores, que representan el 37% y el 11%, respectivamente.
El 72 % de las víctimas de ciberbullying son chicas
El estudio no solo pone el foco en los medios más empleados para acometer el acoso, sino que también realiza un análisis de quienes son los principales objetivos de las agresiones. Y el resultado es claro porque el 72 % de las víctimas de ciberbullying son chicas frente al 47% en otros tipos de acoso escolar.
Un porcentaje –el 72%-, con el que se marca una clara diferencia con el acoso escolar general en el que el tanto por ciento de chicos y chicas que lo padecen está más equilibrado. Además, las víctimas suelen ser en su mayoría de nacionalidad española y viven en familias convencionales, no viéndose afectados por problemas económicos.
El ciberbullying también presenta otra serie de particularidades frente al acoso escolar general, puesto que en el caso de las agresiones a través de medios tecnológicos se ha observado que las víctimas lo padecen a diario en un 72% de los casos, mientras que el presencial es más prolongado.
No obstante, en el informe se ha detectado que hay situaciones que se prolongan en el tiempo y que, incluso, están catalogadas como de “alta gravedad” porque conllevan acoso físico y agresión, lo que se refleja en el 30,6% de las ocasiones.
Radiografía del perfil ciberacosador
Pero, ¿quién es la persona que acosa? El estudio también es claro. En la mayoría de las ocasiones se conoce a la víctima. Por ejemplo, en más del 50% de las ocasiones el ciberacosador acude al mismo centro que la víctima, aunque no es habitual que actúen solos, sino que operan en grupos formados por entre dos y cinco miembros que suelen ser adolescentes y que, además, se caracterizan por ser del mismo sexo que la persona acosada.
Los sitios en los que más se produce el ciberbullying son el centro escolar con lugares concretos como las aulas, recreo, cambios de clase, lavabos, vestuarios, comedor o ruta, entre otros, con el 90,6% de los casos, mientras que fuera del centro educativo continúa en el 48,4% de los ocasiones.
Reacciones
Y, ante estas situaciones, ¿qué hacen las víctimas? Normalmente, lo comunican cuando se producen las agresiones durante más de un curso escolar, tardando una media de nueve meses hasta que deciden decirlo. Los padres son las personas a las que más se les cuenta el problema de acoso, ya que los jóvenes acuden a ellos en un 81,3% frente al 62,1% registrado en otros tipos de acoso. Sorprendentemente, los estudiantes, aunque conocen la situación de ciberbullying de algún compañero, no reaccionan en un 85,1%.
En menor medida, se comunica a los profesores –en un 78%-, quienes cuando conocen la situación de ciberbullying toman más medidas que en otros tipos de acoso o agresiones: 75% frente al 59,2%. No obstante, el estudio recoge que las familias y las víctimas no suelen ver esas acciones del docente como satisfactorias, puesto que tan solo se tiende a hablar con el acosador, se escucha a la víctima y se establece alguna medida de carácter punitivo, llegándose a expulsar al acosador del centro escolar en el 12,7% de las situaciones de ciberacoso.
Y, aunque muchas veces se habla del cambio de colegio como una posible solución, lo cierto es que solo el 10% de los padres optan por esta vía, que está considerada como poco efectiva, ya que en un 30% de los casos la situación de acoso por canales tecnológicos vuelve a repetirse.
Entre las posibles soluciones ante estos casos, el estudio apunta como positivo que la víctima reciba un tratamiento psicológico para aprender habilidades para defenderse y fortalecer su autoestima. Además, también señalan que el centro adopte medidas, que deberían ser especificadas en un Protocolo de Actuación Unificada para toda España.
El estudio ha sido realizado a partir del análisis de la base de datos de llamadas al teléfono ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes y al Teléfono ANAR del Adulto y la Familia en el que se han atendido 60.408 llamadas relacionadas con el acoso escolar desde 2013 y 2015, identificándose 1.363 casos de bullying.