Siempre se ha hablado que alguien es superdotado para referirse a aquellas personas que poseían una inteligencia mayor a la media. La persona en cuestión realizaba un test y recibía un número, un cociente, que la calificaba su inteligencia.
En 2006, al menos en España, se introduce en la legislación vigente (LOE) el término “altas capacidades” y, en el día a día del sistema educativo, el alumnado que las presenta pasa a ser considerado como alumnado con necesidades especiales. Algunos, establecen diferencias entre un persona superdotada (cuya capacidad intelectual se mide por un cociente) y una persona (en este caso estudiantes) que presenta altas capacidades, es decir, que se caracteriza a lo largo de su escolaridad por aprender de una forma más creativa, a mayor ritmo y profundidad y más temas que los compañeros de su misma edad.
Es precisamente en torno a este asunto que Javier Tourón, vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo de la Universidad Internacional de La Rioja, articula una primera clave para comprender las implicaciones de atender a personas con altas capacidades: saber qué significa este concepto e intentar huir del término superdotado.
Tourón explica a aprendemas.com que si nos atenemos a identificar las altas capacidades mediante un test de inteligencia y lo reflejamos en un cociente -“y no coeficiente”, matiza-, significaría que “estamos buscando un atributo físico, un rasgo estable, y las capacidades son un grado”, afirma.
Además, insiste, “las capacidades hay que ponerlas en relación a lo que nos rodea”. Según Tourón, el término `superdotación´ es un constructo social que define quiénes son y quiénes no son; mientras que éste, en relación a las altas capacidades, prefiere acoger la idea de que “todos estamos en proceso de ser”.
“Las capacidades hay que ponerlas en relación a lo que nos rodea”, insiste Javier Tourón
Siguiendo el razonamiento de Tourón, se puede decir que la capacidad no es un rasgo estable y debe ser educada, lo que permitirá que se transforme en competencia. En esto, la escuela ocupa un lugar estratégico y el equipo docente debe estar formado específicamente y dotado de los recursos precisos.
Segundo paso: identificar
Pero para conseguir esa transformación, antes es preciso identificar. Y según Tourón, ahí está la segunda de las claves. “Más del 95% está sin identificar y, por tanto, sin atender educativamente”, explica. El problema se encuentra, precisamente, porque se trata de algo no físico. “Si tú quieres evaluar qué número de niños están obesos, procedes a pesarlos a todos. El peso es algo físico”, ejemplifica. Pero la medición de lo intangible siempre ha sido ardua y el vicerrector habla de déficit en la identificación.
Recientemente, el Gobierno Vasco daba a conocer que tenía registrados a más de 400 escolares superdotados o con inteligencias muy por encima de la media, pero también que se encontraba con determinados obstáculos a la hora de la identificación. En concreto, que sólo tres de cada diez escolares eran chicas y que se debe a que ellas «prefieren ocultar sus capacidades para ser aceptadas en el grupo», informaban desde el departamento de Educación de Euskadi.
En declaraciones al periódico El Correo, la responsable de Inclusividad y Necesidades Específicas de Apoyo Educativo, María Isabel Galende, reconocía un incremento lento pero homogéneo en el número de casos detectados gracias a las herramientas y a una mayor formación. El programa para la detección precoz de alteraciones del desarrollo de los niños que se ha implementado en Euskadi durante el curso académico 2015-16 en las aulas de 2-3 años permite advertir señales de un desarrollo precoz.
Un perfil aproximado: facilidad de retener mucha información, buena memoria, comprensión avanzada, autodidactas y atención prolongada
Tourón es de la opinión que el equipo docente posee la responsabilidad de saber identificar a este alumnado: “Deben conocer los rasgos para identificar a estos niños”, afirma. Un perfil aproximado sería aquel en el que se encuentran características como tener una gran facilidad para retener mucha información y buena memoria, poseer una comprensión avanzada de los matices de las palabras, de las metáforas e ideas abstractas; suelen ser autodidactas y consiguen leer y escribir ya en su edad preescolar, tienen un nivel de atención prolongada, se preocupan por cuestiones sociales, se muestran impacientes consigo mismos y con las capacidades de los demás, poseen un alto grado de curiosidad y un agudo sentido del humor.
Las familias, las primeras en detectar
Tourón destaca la importancia de que docentes y profesorado posean formación específica para saber identificar y atender educativamente a estos alumnos: “Es la tercera cuestión imprescindible”.
Pero normalmente no es la escuela la que primero se da cuenta. “En la mayoría de los casos son las familias quienes observan algo que les hace acudir a consulta”, explica Miguel Ángel Funes, psicólogo especializado en educación y altas capacidades. Funés coincide con Tourón en la necesidad de que existan docentes bien formados. “Si en el colegio no los saben atender, ni la identificación ni la evaluación sirven para anda”, explica el psicólogo, quien además denuncia la falta de un protocolo que trace un itinerario sobre cómo actuar una vez que se ha procedido a la identificación. “Sería ideal disponer de ese protocolo.
Al menos en Cataluña no lo tenemos”. Para Funés, esto carece de sentido pues dichos protocolos sí existen para casos de necesidades especiales, bullying o cualquier otro conflicto que pueda presentarse con el alumnado dentro de un recinto escolar.
“Sería ideal disponer de ese protocolo [para atender a estudiantes que presenten mayor capacidad]. Al menos en Cataluña no lo tenemos”, declara el psicólogo Miguel Funés.
Lo cierto es que desde que en 2006, el alumnado que presenta altas capacidades intelectuales fuera como alumnado con necesidad específica de apoyo educativo (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación LOE), los gobierno autonómicos ha puesto en marcha los llamados Programa de Atención Educativa o de Enriquecimiento dirigido a este grupo de estudiantes. Sin embargo, algunos docentes consultados señalan la falta de un itinerario y cómo recae sobre ellos la responsabilidad de encontrar su formación.
Profesores formados, más eficaces
Distintas investigaciones han demostrado la importancia que tiene la formación del profesorado para identificar correctamente a este colectivo y proporcionarle una respuesta adecuada. En un trabajo llevado a cabo por Tourón, Fernández y Reyero (2002) se encontraron diferencias significativas en las actitudes hacia la alta capacidad intelectual entre los profesores que habían recibido una formación específica en este tema y los que no la habían recibido.
Así, los primeros consideraron en mayor medida que las personas superdotadas son un recurso valioso para nuestra sociedad y se encontraron más a favor del agrupamiento por capacidad y de la aceleración escolar, mientras que los segundos presentaron mayores objeciones a la educación de los alumnos superdotados.
La National Asociation for Gifted Children y el Council for Exceptional Children de los EE. UU, tal y como expone Javier Tourón en uno de los artículos de su blog, identificó en 2006 una serie de estándares que docentes dedicados a este tipo de estudiantes deberían conocer.
En primer lugar están los fundamentos teóricos, evidencias y puntos de vista histórico sobre los que se asienta la alta capacidad; el desarrollo y características cognitivas, afectivos culturales y familiares de los individuos más capaces; las diferencias individuales de cara al aprendizaje (de tipo cognitivo, de origen o la influencia de diferentes creencias, tradiciones o valores); estrategias de instrucción y de gestión efectivas para las personas con necesidades educativas excepcionales y las formas y métodos de comunicación y el impacto de la diversidad en la comunicación, entre otros.
Por otro lado es necesario dejar a un lado las falsas creencias sobre las niñas y niños que presentan unas capacidades superiores a la media. Por su experiencia, Funés ha extraído una serie de mitos y leyendas que sobrevuelan siempre que se aborda un caso de un alumno o alumna en esta situación. Algunos mitos son que no necesitan estudiar, que va a sacar siempre sobresaliente o que educar a los niños con altas capacidades de forma diferente es elitista.
Por extraño que suene en un primer momento, el alumnado que presenta altas capacidades precisa del mismo grado de atención que aquel que requiere necesidades especiales. Además, se tiende a pensar que “tienen que sacar siempre buenas notas en todo o que no necesitan ayuda”, explica Funés.
Algunos mitos son que no necesitan estudiar, que va a sacar siempre sobresaliente o que educar a los niños con altas capacidades de forma diferente es elitista.
Por otra parte, y en relación a considerar elitista educar a este alumnado de forma diferente, tanto Funés como Tourón coinciden en que es una cuestión de equidad. “No se puede seguir ignorando que los alumnos más capaces gozan del mismo derecho que los demás a recibir una educación adecuada, específica, no igualitaria. Tampoco se puede seguir ignorando que desatender el desarrollo del talento, en particular el de los más capaces, es un auténtico despilfarro que lesiona gravemente el desarrollo social”, argumenta el profesor Tourón.
La aceleración escolar, una solución
Tradicionalmente, la solución planteada ante un caso de superdotación ha sido la aceleración escolar. Es decir, adelantar al niño o niña de curso. Si bien a priori es una estrategia que puede dar buen resultado, Funés explica que hay que tener en cuenta diferentes cuestiones. “[Desde el punto de vista administrativo], no supone un problema y es una solución bastante sencilla. Evita los problemas de aburrimiento y en el 80% de los casos, la aceleración da buenos resultados.
Pero es importante tener en cuenta cuestiones sociales, como las habilidades sociales, si el alumno o alumna se conoce con sus compañeros y puede integrarse de forma sencilla”, explica. O cuestiones que a priori puede parecer banales pero que pueden tener su importancia, como es el caso de la altura, en el caso de que el niño ya sea el más bajito de su clase y puede sentirse desplazado. La aceleración puede ser parcial, sólo en algunas asignaturas determinadas.
Otra medida educativa por la que se puede optar dentro de los centros educativos es el agrupamiento, opción por la que se reúne al alumnado de altas capacidades, procedentes de cursos diferentes. En aulas independientes y por un tiempo determinado, se les atiende con programas específicos acordes a sus necesidades, tiempo durante el cual se profundiza en determinados temas o se llevan a cabo investigaciones.
Asegurar el bienestar del alumnado y de su perfecto desarrollo es primordial en estos casos. Y esta es una de las principales preocupaciones de las familias cuando acuden por primera vez a un psicólogo solicitando ayuda. Es un rasgo común en todas las familias cuando llegan con un hijo o hija tiene altas capacidades a su consulta, el miedo a no saber qué hacer: “Es curioso porque tener altas capacidades es algo bueno y sin embargo las familias lo ven como algo malo, sobre todo por el miedo de que vaya a sufrir acoso”, explica Funés.
Un riesgo del que ha advertido la Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales, que el pasado febrero firmó un convenio con NACE, No al Acoso Escolar con el fin de aportar recursos y aunar esfuerzos en la lucha contra el acoso en los centros que cualquier estudiante puede sufrir. El Plan de actuación incluye la creación de personas y puntos de referencia provinciales para atender los casos, así como la formación de asistentes en toda la red de asociaciones de Confines y la prestación de información en los colegios y al personal docente.
Más información:
Blog de Javier Tourón. Talento – Educación – Tecnología
Blog de Miguel Ángel Funés. Superdotación y Altas Capacidades
«Estándares sobre los conocimientos y destrezas iniciales que deben tener los profesores de niños de alta capacidad y con talento»
Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales