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Niños bilingües: nacen… y también se hacen

Niños bilingües: nacen… y también se hacen

La globalización ha hecho que la necesidad de saber un segundo idioma se queda corta. Ahora, la sociedad demanda personas bilingües y para ello hay que empaparse de otra lengua desde niño. Científicos de la Universidad McGill y del Instituto Neurológico de Montreal aseguran que la exposición temprana a un idioma tiene una relación directa sobre cómo el cerebro procesa los sonidos para aprender una segunda lengua posteriormente. De ahí que muchos padres opten por exponer a sus niños a otro idioma desde muy temprana edad.

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Esta idea es refrendada por una reciente investigación realizada por el Institute for Learning & Brain Sciences de la Universidad de Washington, que asegura que la más temprana infancia es el momento óptimo para aprender idiomas. Si a eso se le suma que los niños con habilidades lingüísticas tienen menos problemas emocionales y más éxito académico que sus compañeros, según investigadores de la University College London, la opción parece clara.

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Hay niños que son bilingües desde la cuna, por tener a padres que hablan diferentes idiomas, pero otros, sin embargo, crecen siendo bilingües. Los expertos de Lingokids aseguran que es posible, y para ello dan algunas pautas para que los pequeños interioricen el nuevo idioma de forma natural.

Es importante entrar en contacto con la nueva lengua desde bebés, pero siempre de una manera divertida e interactiva. De esta manera los niños desarrollarán habilidades como la resolución de problemas, la memoria o la creatividad.

La enseñanza debe ser comprensiva. Es importante familiarizarse con las sílabas, las palabras y la pronunciación, todo de forma natural y sin prisas u obligaciones. Además, jugar y experimentar mantendrá su interés y curiosidad, por lo que las dinámicas deben ser entretenidas y cambiantes a través de dibujos, vídeos, música o cuentos. Los adultos deben observar e identificar las emociones y estado de ánimo del niño, parando la actividad si está aburrido o triste.

Las películas y los dibujos en versión original les permitirán ir asimilando el nuevo idioma y cogiendo soltura con la pronunciación. Por otra parte, hay que desterrar la vergüenza y el miedo a hacer el ridículo. Los niños deben mantener la confianza en sí mismos. Hay que enseñarles que equivocarse solo es una oportunidad para mejorar y aprender.

Ser constante es fundamental. El niño tiene que estar expuesto al idioma un rato cada día con vídeos, música o una pequeña conversación. El cerebro se mantiene así activo y permite continuar aprendiendo sin olvidar los avances ya adquiridos.

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